jueves, 5 de marzo de 2015

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Alfabetización Emocional

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 “Las habilidades emocionales se desarrollarán adecuadamente en los niños siempre y cuando los padres aprendan a brindarles un espacio cálido y de escucha, con reglas y límites claros”.

Las habilidades socio-emocionales e inteligencia emocional son conceptos milenarios re-identificados en la era moderna. Ya los antiguos griegos hablaban de esto, llamando sofrosyne a la virtud consistente en “el cuidado y la inteligencia en el gobierno de la propia vida”; los romanos y la iglesia cristiana primitiva denominaban temperancia (templanza) a la capacidad de contener el exceso emocional. Tal como los conocemos hoy, estos conceptos fueron desarrollados a finales del siglo XX (década de los 90).

Las habilidades socio-emocionales consisten en conocer, comprender, expresar y regular las diversas emociones que experimentamos cotidianamente, ya sea de manera individual o grupal.

Las habilidades socio-emocionales son aquellas que nos permiten valorarnos a nosotros mismos y aceptar nuestras características y las de los demás. Nos permiten relacionarnos de manera adecuada con otras personas en términos de comunicación, cooperación, trabajo en equipo, resolución de conflictos, etc.


La inteligencia emocional  es la capacidad de manejar adecuadamente nuestras emociones.
La inteligencia emocional es el conjunto de habilidades entre las que destacan: el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo.

 En distintos contextos ambos conceptos, HHSSEE e inteligencia emocional pueden ser utilizados de manera equivalente.
Una persona que carece de control sobre sus emociones negativas podría ser víctima de un arrebato emocional que le impida concentrarse, recordar, aprender y tomar decisiones con claridad. Según la directora de investigación de un reconocido head hunter, “Los CEO son contratados por su capacidad intelectual y su experiencia comercial y despedidos por su falta de inteligencia emocional”.
El precio que puede llegar a pagar una empresa por la baja inteligencia emocional de su personal es tan elevado, que fácilmente podría llevarla a la quiebra. En el caso de la aeronáutica, se estima que el 80% de los accidentes aéreos responde a errores del piloto. Según el Dr. Goleman (PHD en Psicología, Harvard University): “El tiempo de los jefes competitivos y manipuladores, que confundían la empresa con una selva, ha pasado a la historia. La nueva sociedad requiere otro tipo de superior, cuyo liderazgo no radique en su capacidad para controlar y someter a los otros, sino en su habilidad para persuadirlos y encauzar la colaboración de todos hacia propósitos comunes.”

Hoy les lanzamos esta pregunta ¿Para qué serviría que nuestros hijos desarrollen sus habilidades socio-emocionales?

Para poder identificar las emociones propias y las de los otros;
Para potenciar actitudes de respeto y tolerancia hacia los demás;
Para comprender y regular sus impulsos y emociones;
Para aprender a tolerar la frustración y regular las propias emociones;
Para desarrollar competencias básicas para el equilibrio personal y la potenciación de la autoestima;
Para aprender a comunicarse en forma asertiva, de manera particular con sus pares (reconociendo los tres niveles de comunicación: pasiva-asertiva-agresiva);
Para aprender a evaluar las consecuencias de sus actos, asumiendo su responsabilidad;
Para tener la oportunidad de ser parte de un grupo nuevo de compañeros en donde puedan desarrollar sus habilidades sociales,  teniendo en cuenta el respeto mutuo, los límites y el trabajo en equipo.

Y, pensando en su futuro, en un entorno laboral de creciente profesionalización, en el que las personas son muy buenas en labores específicas, pero ignoran el resto de tareas que conforman la cadena de valor, sabemos que la productividad de nuestros hijos dependerá cada vez más de la adecuada coordinación de sus esfuerzos individuales.

“Ni la naturaleza innata ni la influencia de la temprana infancia constituyen determinantes irreversibles de nuestro destino emocional.” (Goleman, 1995)

“La puerta para la alfabetización emocional siempre está abierta y, así como a las escuelas les corresponde suplir las deficiencias de la educación doméstica, las empresas y los profesionales que quieran lograr el éxito en el entorno de especialización y diversidad que caracteriza al mundo moderno deben tener consciencia de sus emociones y dotarlas de inteligencia.” (Goleman, 2009)

Por Paolo Sammarco

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