Hablar sobre la muerte definitivamente
genera angustia, dolor y hasta rechazo puesto que no es fácil asumir que un ser querido ya no volverá a
estar entre nosotros; esto podría hacerse aún más complicado si tenemos que
comunicar esta sensible noticia a los más pequeños de la casa debido a que
muchas veces no estamos preparados para contestar y calmar sus dudas e
inquietudes: ¿a dónde se ha ido? ¿por qué
me dejó? ¿cuándo va a volver? ¿se ha ido porque ya no me quiere? etc.
Cuando esto sucede nosotros como
adultos nos confrontamos también con una serie de cuestionamientos sobre el
devenir de la vida y muchas veces no sabemos cómo reaccionar o qué responder
optando, en ocasiones, por dar respuestas muy generales o ambiguas, que en vez
de calmar la angustia podría incrementarla. Por ejemplo, algunos padres
utilizan expresiones como se ha ido lejos o está durmiendo, tratando con ello de apaciguar el dolor, pero esto
no hace más que generar desconcierto en los niños porque sin querer se les
induce a sentir miedo de irse a dormir, o cuando alguien se va lejos.
Según Lyness (2012), se debe de
considerar que lo que los niños pueden entender sobre la muerte depende en gran
medida de su edad, sus experiencias vitales y su personalidad. Pero, para el
autor, algunas cuestiones importantes deben tenerse en cuenta en todos los
casos:
1. Explicar
la muerte con un lenguaje que el niño pueda entender: sea honesto con su
hijo y aliéntelo a que haga preguntas. Cree un clima de confianza y apertura, y
transmítale el mensaje de que no hay una manera correcta ni equivocada de
sentirse.
Recuerde que hasta los 5 o 6 años la
imagen que tienen los niños del mundo es muy literal, por tanto, deberá
explicarles la muerte utilizando un lenguaje muy concreto (por ejemplo,
explicarles que el cuerpo de esa persona ya no funcionaba y que los médicos no
han podido arreglarlo).
Entre los 6 y los 10 años, los niños
empiezan a comprender que la muerte es algo definitivo; a menudo, a esta edad,
los niños imaginan la muerte personificándola y piensan en ella como un
fantasma o un esqueleto. Pueden entender mejor si se les da explicaciones
precisas, simples, claras y honestas sobre lo que ha ocurrido.
Cuando los niños entran en la
adolescencia, empiezan a entender que todos los seres humanos finalmente
mueren, independientemente de su categoría, su comportamiento, sus deseos o lo
que sea que intenten hacer. A medida que evolucione la comprensión de la muerte
de sus hijos adolescentes, de manera natural surgirán en ellos preguntas sobre
la mortalidad y la vulnerabilidad.
2.
El duelo: ¿Es correcto llevar a los
niños a los funerales? Según Lyness (2012) va a depender de usted y de su
hijo(a). Es bueno dejar que los niños participen en cualquier ritual de duelo,
si ellos quieren hacerlo. Antes que nada, explíqueles lo que ocurre en un
funeral o entierro y ofrézcales la posibilidad de que ellos decidan si quieren
ir. Hábleles sobre sus creencias sobre la muerte y explíqueles el sentido de
los rituales de duelo que realicen usted y su familia.
A muchos padres les preocupa que
sus hijos sean testigos de su dolor y su tristeza, que los vean llorar una
muerte. No tema por ello, si le permite a su hijo(a) ver su dolor, le estará
enseñando que llorar es una reacción natural ante el dolor emocional y la
pérdida. Y puede hacer que los niños se sientan más cómodos cuando expresen sus
propios sentimientos. Pero también es importante transmitirles que por muy
triste que usted se sienta, seguirá siendo capaz de cuidar a su familia y de
hacer que su hijo(a) se sienta seguro.
3.
Si se necesita más ayuda: A medida que
los niños aprenden cómo enfrentar la muerte de un ser querido, necesitan que se
les deje espacio, que se les comprenda y se les trate con paciencia para que
puedan expresar la pena a su manera.
Es posible que ellos no muestren
la pena de la manera en que lo haría un adulto. Un niño pequeño tal vez no
llore, o tal vez reaccione a la noticia portándose mal o con hiperactividad. Un
adolescente quizá se muestre enojado y se sienta más cómodo sincerándose con
sus amigos.
Sin
embargo, esté pendiente de si sus hijos muestran algún signo de que necesitan
ayuda para hacer frente a la pérdida. Si el comportamiento de su hijo(a) cambia
radicalmente -por ejemplo, si su hijo normalmente es un niño sociable que se
entiende fácilmente con la gente y de golpe se muestra enfadado, reservado o
demasiado ansioso; o si en la escuela pasa de sacar buenas notas a sacar
claramente malas notas- busque ayuda. Puede consultar con un médico, con el
psicólogo de la escuela o con alguna organización que ofrezca atención
psicológica para que les oriente y le aconseje.
Fuente: Lyness,D. (2012). Cómo ayudar a su hijo a enfrentar la muerte de un ser querido.
0 comentarios:
Publicar un comentario