La conectividad y la inmersión en el mundo virtual atraviesa todas las generaciones. Internet es el medio de comunicación que ha tenido mayor impacto y crecimiento de los últimos años; constituye una red de intercambios culturales sin precedentes y en irreversible crecimiento. A su vez, el fenómeno de las redes sociales ocupa un lugar central en nuestra vida cotidiana, como lo fue en su momento la radio, la televisión o el teléfono.
Lo cierto es que las relaciones humanas se han transformado radicalmente desde que existe internet, gran parte de ellas hoy son mediatizadas por las nuevas tecnologías. Cada vez de manera más evidente podemos constatar cómo las pantallas ocupan un lugar esencial de la vida de las personas. Todos capturados por las pantallas de los diversos objetos de la tecno ciencia, captura que produce, en algunas oportunidades, un efecto casi hipnótico, de atrapamiento y dependencia. Adultos, adolescentes y niños nos traen a la consulta, en ocasiones de forma más directa y en otras de forma un poco más velada, alguna evidencia de este apresamiento: niños que no pueden dejar de jugar, adolescentes que no pueden permanecer alejados ni un milímetro del teléfono y adultos que no pueden dejar de chatear. La interrupción, la regulación y la pausa no son conceptos acordes a nuestra época. Escribir y leer, es lo que más se hace en nuestras vidas hoy. Escribir y leer, está sustituyendo cada vez más el hablar. Se ha dejado de emitir palabras para centrarse en escribir, pero se trata de una escritura con si fuera una collage, con emoticones, abreviaturas, combinando fotos, videos y memes; en donde hay una mixtura, una combinación de imágenes, palabras y frases preestablecidas. También se lee de forma fugaz, respondiendo casi de manera automática.
En este contexto de la escritura collage, de las conversaciones simultáneas, proliferan nuevas problemáticas y emergen nuevos interrogantes que constituyen, para los profesionales de la salud mental, nuevos desafíos. Este enganche de las personas a los objetos, puede tener diversos sentidos: en ocasiones estos objetos pueden utilizarse para estar en soledad, pero en otras para estar en contacto con otros. Así se observa que muchos adolescentes se comunican por esta vía con amigos y compañeros en una conexión breve pero a la vez ininterrumpida, creando ciberespacios en los cuales la figura del adulto quedaría excluida; propiciando lazos fugaces pero permanentes. Por otro lado, observamos que cuando los niños se topan con un límite respecto a la utilización de estos objetos, sus respuestas pueden ser agresivas o de desautorización. La separación del objeto puede llegar a tornarse insoportable. Podemos preguntarnos, ¿qué función cumplen estos objetos que se tornan tan imprescindibles? Será importante analizar cuál es la utilización que se hace de estos objetos, en cada caso singular.
Acerca de una utilización responsable
Resulta una falsa salida estar a favor o mostrarse en contra de la utilización de la tecnología; siendo absolutamente necesario estar a la altura de lo que sucede en nuestra época, donde todos estamos enchufados al mundo virtual, no sólo los niños y los adolescentes. Es clave reconocer entonces la importancia que tiene la tecnología en la vida de las personas. En los últimos años, las diversas instituciones, en especial las educativas, han asumido una participación más activa en el asesoramiento a los padres de familia para un acompañamiento en la utilización responsable de internet, en especial centrados en la capacitación acerca de cómo proteger la privacidad en el uso de las redes sociales. Se trata entonces de apreciar y fomentar las ventajas que la tecnología nos otorga, pero a su vez de incorporar las herramientas necesarias para la prevención, a partir de la protección de los datos personales, de la intimidad y de la privacidad. Es un trabajo de acompañamiento atento, responsable y constante, donde los diferentes sectores de la sociedad, en especial aquellos que tienen funciones de cuidado y educación, deben estar comprometidos.
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